¿Son respetuosas y responsables las campañas mediáticas contra la trata de personas con fines de explotación sexual? ¿Son veraces, o tras ellas se esconden prejuicios ideológicos contra el trabajo sexual? ¿Cómo afectan estas campañas a la inmensa mayoría de trabajadoras sexuales, que son aquellas que ejercen libremente? ¿Puede una campaña propagandística perjudicar a las víctimas reales? ¿Cuál es el verdadero impacto que tienen sobre la sociedad?
Entendemos que la labor periodística es un valor fundamental en cualquier Estado de libertades. La información es un recurso de primera necesidad para el normal funcionamiento de cualquier sociedad democrática. En la sociedad actual, el espectador tiene acceso a una cantidad ingente de información que proviene de múltiples medios (prensa, televisión, redes sociales, etc.). En muchas ocasiones esa información no reúne los requisitos de calidad adecuados.
Con las sugerencias a continuación pretendemos ofrecer consejos a periodistas para que informen con responsabilidad del ámbito del trabajo sexual.
- Negar la existencia de la prostitución libre y voluntaria supone negar la voluntad de cientos de miles de trabajadoras sexuales que ejercen la actividad sexual remunerada en nuestro país. Rechazar esta evidencia las conduce a la invisibilidad social y silencia sus reivindicaciones. Todos los estudios no politizados sobre el sector concluyen que la inmensa de personas en el trabajo sexual lo ejercen bajo un cálculo de coste-beneficio económico de manera similar al resto de trabajos y ocupaciones en una sociedad capitalista.
- Afirmar que el 90% de las trabajadoras sexuales son víctimas de trata, provoca la estigmatización de todo el colectivo de trabajadoras del sexo y propicia una situación de alarma mediática que se transforma en alarma social, lo que termina por justificar medidas políticas que aumentan la represión sobre el conjunto de las trabajadoras sexuales. Efectos secundarios aparte, es aberrantemente falso.
- Utilizar de manera globalizada términos como trata, violación, agresión o abuso de poder para referirse a la prostitución, además de dificultar la detección e intervención eficaz sobre los casos puntuales de trata que necesitan ser investigados, supone una falta de empatía con aquellas mujeres que realmente han sido víctimas de trata coactiva, abusos o violencia. Los datos policiales oficiales de casos delictivos detectados y juzgados anualmente rondan el 1 por mil de la actividad global en España.
- Cuando se afirma que todo el trabajo sexual es trata y prostitución forzada, se está contribuyendo a que la sociedad no repudie esos delitos con toda la intensidad que merecen, ya que la moral colectiva relativiza la gravedad de esas conductas al vincularlas con prácticas que no son delictivas y que percibe desde la normalidad en su vivencia directa.
- Cada vez que se exclama “ninguna prostituta es libre” se atenta contra la libertad de decenas de miles de mujeres en nuestro país; eso es una forma de violencia ya que anula la voluntad de todo un colectivo e imposibilita su posibilidad de defensa con voz propia.
- Algunas trabajadoras sexuales en situación irregular pueden mostrarse reacias a hablar con periodistas, esto se debe a que temen las consecuencias de que se haga pública su identidad, ya que no sólo se exponen al estigma social, sino a la deportación en algunos casos. Garantizar el anonimato de las trabajadoras sexuales que así lo pidan de manera rigurosa es vital para protegerla.
- Las imágenes son recursos periodísticos fundamentales. Los vídeos y fotografías son elementos de información muy consumidos que no siempre nos permiten tener una idea profunda de las realidades que pretenden transmitir. Cuando utilices imágenes sobre trabajo sexual, pregúntate: ¿Son imágenes adecuadas?, ¿Trasmiten un mensaje objetivo? ¿Atentan contra la dignidad de alguna persona? ¿Cuáles serán las repercusiones de ese material en la vida de las personas que aparecen en ellas? ¿Son sensacionalistas? ¿Fomentan estereotipos?
- La autocensura se ha convertido en algo frecuente, sobre todo cuando se abordan temas polémicos, rodeados de mitos o sobre los que se ha generado un estigma social. En muchos casos el periodista acepta las “versiones políticamente correctas” para evitar ser reprendido por el medio o señalado por la sociedad. Esto ocurre frecuentemente cuando se toca el tema de la prostitución. No obstante, una labor periodística profesional y rigurosa puede ayudar mucho a las trabajadoras sexuales de toda condicion. Sé por favor neutral y objetivo.
- Escuche a las trabajadoras sexuales. En trabajos periodísticos sobre otras realidades sociales, se entiende norma escuchar a sus protagonistas. Sin embargo, cuando se habla de las trabajadoras del sexo, se tiende a ocultar el testimonio de éstas, primando el de otros agentes secundarios como ONGs, sociólogos, políticos, etc. ; personas que a menudo no tienen un conocimiento directo de este sector o son más fieles a su ideología que a la voluntad de dibujar realidades complejas. Como periodista es necesario que te acerques a la opinión del verdadero sujeto protagonista, las trabajadoras sexuales y esquives testimonios fanatizados por otros intereses o ámbitos ajenos al propio trabajo sexual. Conocer su visión, sus experiencias y sus historias de vida te ayudará a publicar trabajos más plurales y veraces.
Club.
Centro de masaje.
Habitacion de hotel.