Georgina Orellano es la líder del movimiento descriminalizador en Argentina a través de la asociación AMMAR (La Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina) y ha estado en España muy recientemente. Es además la autora del exitoso libro Puta feminista (Sudamericada, 2022).
Aportamos extractos de una entrevista realizada estos días en España donde desgrana su pensamiento y sus aprendizajes de la experiencia abolicionista en Argentina.
Extractos:
- ¿En qué situación se encuentra el trabajo sexual en Argentina?
El trabajo sexual en Argentina no está prohibido, pero tampoco está permitido. La mayoría de espacios donde se desarrolla la actividad están criminalizados por reglamentos, legislaciones municipales y ordenanzas provinciales que sin respetar la jerarquía normativa han prohibido los establecimientos donde se desarrollaba el trabajo sexual: los cabarets, las whiskerías, las casas de cita, etc. Se han prohibido también los anuncios clasificados de oferta de servicios sexuales y el trabajo sexual callejero está restringido por normativa que penalizan lo que llaman prostitución escandalosa o prostitución peligrosa y esto genera mucha persecución policial hacia las compañeras que ejercen trabajo sexual en la calle.
- ¿En qué situación se encuentra la violencia por parte de las instituciones argentinas hacia vosotras?
Siempre señalamos que la principal violencia que atravesamos quienes ejercemos el trabajo sexual es la violencia institucional, la violencia ejercida a manos de las fuerzas de seguridad. Es la violencia que despliega la policía amparada en un montón de normativas que están vigentes en nuestro país. Es la policía la que se adueña del espacio público o del espacio donde las compañeras ejercen el trabajo sexual y que se potencia más esa violencia por la clandestinidad de nuestra actividad y por la criminalización.
- ¿Por qué crees que el poder sigue queriendo que estéis en esta situación de clandestinidad?
Sobre nosotras creemos que hay un gran desconocimiento, […]. Hacemos pedagogía para explicarle a la gente, a las funcionarias, a los partidos políticos de qué hablamos cuando hablamos de trabajo sexual. Porque me parece que estamos como en distintas sintonías, cuando algunos de ellos hablan de trabajo sexual, hablan de situaciones que están muy alejadas de la realidad nuestra y a veces se centran mucho en una discusión más teórica y filosófica y dejan por fuera realidades de vidas concretas, de personas, de sujetos políticos que atraviesan un montón de situaciones y problemáticas justamente por la ausencia del Estado.
[…] Que lejos de sentarnos a discutir si es o no trabajo, pasamos las horas hablando de las cosas que tienen que ver con no poder pagar nuestros alquileres, que tienen que ver con sufrir situaciones de discriminación en un centro de salud, que tiene que ver con tener que pagar el triple de valor del alquiler porque si no, no te alquilan, de que hay compañeras que tienen que arreglar con la policía para que la dejen trabajar de manera tranquila…
[…] Cuesta mucho poder hablar de los deseos de las mujeres, lesbianas, travestis y trans. Y siempre lo que prima ahí es la mirada de la victimización y las políticas punitivas como respuesta a eso. Entonces, ahí también se cuela dentro de esa categoría el trabajo sexual y nos ven a todos como víctimas que anulan nuestro poder de decisión y nuestra agencia, que suponen que nuestra situación de ser otra, seguramente la salida laboral hubiese sido otra y no el trabajo sexual. Nosotras siempre tratamos de hablar de la realidad, no de suponer. La realidad es que hay un montón de mujeres lesbianas, travestis y trans, intersex y personas no binarias que ejercen el trabajo sexual con distintas corporalidades, con distintas situaciones de atropello policial donde a todes nos atraviesa el estigma y la falta de derechos. La política a veces está muy alejada de la realidad y los deseos de las personas.
- Entonces, crees que si los partidos políticos fueran conscientes de las realidades del trabajo sexual, ¿cambiarían sus políticas?
Yo creo que por lo menos desplegarían políticas que estén más cercanas a solucionarles los problemas a las personas y no empeorar su situación. En Argentina, por ejemplo, cuando se llevó adelante la prohibición de los avisos clasificados, nunca fuimos consultadas las trabajadoras sexuales siempre se han sentado otras,: filósofas, sociólogas, feministas, históricas, ONGs para diseñar el programa de prohibición de los avisos clasificados del servicio sexual como respuesta para combatir la trata de personas. Nosotras fuimos las últimas en enterarnos, pero fuimos las primeras en recibir las demandas de las compañeras. […]
Ahí lo que falla es cómo se diseñan las políticas, porque las políticas que van dirigidas a un sector deberían primeramente sentar a ese sujeto político en la mesa para preguntarle por lo menos cómo desearía que sea la intervención estatal. Entonces, de lo que vemos es que el Estado tiene una mirada muy maternalista y paternalista de las personas que venimos de los sectores populares. Ellos suponen que son los tienen las mejores respuestas de cómo deberíamos resolver nosotras las dificultades que atravesamos en nuestra vida cotidiana. Pero lamentablemente, las políticas que despliegan terminan empeorando nuestra situación económica y llevándonos a mayor precariedad y mayor explotación.[…]
Entrevista original completa: https://www.elsaltodiario.com/trabajo-sexual/georgina-orellano-violencia-trabajadoras-sexuales-violencia-institucional
Contacto de AMMAR (Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina) y de Georgina Orellano:
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